jueves, 27 de mayo de 2010

Album instrumentos

Piano subido con picassa

"La música es el ruido más bonito después del silencio" (Casals)

jueves, 22 de abril de 2010

CREACIÓN DE INSTRUMENTOS: EL XILÓFONO


El xilófono es un instrumento de percusión de origen asiático. Se compone de una serie de láminas de madera de diferentes colores, que al golpearlas con unos mazos producen diferentes tonos.

¿Qué necesitas para crear tu xilófono?

Para la caja:
Cartulina gruesa
Pinturas
Cola líquida
Fieltro
8 lápices de colores

Para los mazos:
2 palitos de madera de unos 30 cm
2 abalorios de madera
Barniz
Utensilios
Unas tijeras
Un pincel
Una regla
Un lápiz
Agua
Un sacapuntas
¿Cómo hacerlo?
Dibuja en la cartulina dos rectángulos iguales, de unos 25 cm x 4 cm, y deja en uno de los lados largos de ambos rectángulos una pestaña dentada de 1 cm aproximadamente.
Dibuja dos rectángulos más (sin pestañas dentadas), un poco más pequeños: uno de unos 20 cm y el otro de 15 cm.
Pinta una de las caras de todas las cartulinas del mismo color.
Haz un corte en el extremo de cada cartulina para que puedan ser encajadas entre sí. Las dos dentadas deben quedar paralelas entre ellas y perpendiculares a las otras dos, de manera que te quede un espacio cerrado.
A continuación recorta dos tiras de fieltro de 0,5 cm de ancho y 25 cm de largo y las pegas encima de las dos partes dentadas.
Finalmente coge los lápices y hazles punta hasta conseguir que cada uno sea unos 0,5 cm más corto que el anterior. Colócalos ordenadamente encima de la estructura montada y… ¡Ya tienes tu xilófono! Ahora sólo te faltan los mazos.
Los mazos:
Coge los dos palitos de madera y pega los abalorios en un extremo.
Pinta los palitos de un color y los abalorios de otro.
Barnízalo todo y déjalo secar.
Consejos:
Deja secar bien la cola y la pintura antes de continuar con tu creación.
Cuanto más corto sea el lápiz más agudo será el sonido que producirá. Sin embargo, es muy importante que ningún lápiz sea más pequeño que el ancho del xilófono, si no no se aguantarán encima.
Edad: A partir de 9 años.

CREACIÓN DE INSTRUMENTOS: LAS MARACAS


Se trata de un instrumento de percusión que sirve para marcar el compás o el ritmo de una composición musical. Está formado por un espacio cerrado en cuyo interior hay elementos sueltos que al agitarlos emiten cierto sonido.
¿Quieres aprender a hacer tus propias maracas?

Hay diferentes maneras de hacerlas, nosotros te enseñaremos dos para que puedas combinarlas a tu gusto.

¿Qué necesitas?

* Vasos de papel o de plástico
* Botellas de plástico pequeñas
* Celo o cinta adhesiva (si hacemos las maracas con vasos)
* Canicas, botones de plástico, o cualquier tipo de legumbre (garbanzos, lentejas, etc.)
* Tijeras




¿Cómo hacerlas?

1. Coge uno de los vasos y llénalo, más o menos por la mitad, con los botones, legumbres o canicas. En caso de utilizar la botella de plástico, el proceso es el mismo. Rellénala con un puñado de arroz o cualquier otra cosa que quepa por el orificio.
2. Cierra la botella con el tapón o coloca un vaso al revés, encima del otro, y une ambos con la cinta adhesiva.
3. Puedes decorarlas a tu gusto, forrándolas con un papel que hayas dibujado anteriormente, pintándolas con témperas, pegando papeles de seda…
4. Por último, simplemente agítala y escucharás su sonido. Deja volar tu imaginación y haz tus propias composiciones musicales.

Consejos:

* Cuanto más grandes sean los vasos o las botellas de plástico el sonido será más grave. ¿Por qué sucede esto? Porque la cantidad de aire que contiene es mayor. Y viceversa, las más pequeñas emitirán un sonido más agudo porque la cantidad de aire que contiene es menor.
* De la misma manera, el sonido variará en función de cómo las rellenes. Si lo haces con arroz sonarán más suave que si las rellenas de canicas.
* Si eres creativo podrás hacer multitud de maracas, cada una con un sonido diferente, y enseñárselas a tus amigos.

Edad: De 3 a 9 años.

jueves, 15 de abril de 2010

CREACIÓN DE INSTRUMENTOS: EL TAMBOR.


El tambor es un instrumento de percusión que se utiliza mucho, sobre todo en las fiestas populares de los diferentes pueblos y ciudades de nuestro país. Se trata de una caja cerrada al vacío que al golpearla emite un sonido potente que marca el ritmo de los diferentes instrumentos dentro de una orquesta.

¿Qué necesitas?

* Una caja de galletas redonda
* Papel grueso o plástico
* Una cartulina
* Cola o pegamento
* Dos palos de madera



¿Cómo hacerlo?

1. Coge la caja de galletas y quítale la tapa, de manera que quede abierta por la parte superior.
2. A continuación, coge el papel grueso o el plástico y recórtalo con la misma forma que la tapa de la caja de galletas, pero un poco más grande.
3. Una vez lo hayas cortado de esa manera, hazle una serie de pestañas alrededor. Esto formará la piel o membrana del tambor.
4. Cuando tengas hechas las pestañas pega el papel en la caja de galletas, situando las pestañas en la superficie lateral, de manera que la caja parezca completamente cerrada.
5. Para que las pestañas no se vean puedes utilizar una cartulina para forrar la parte lateral de la caja. Luego puedes decorar la cartulina como tú quieras, con tus propios dibujos quedará divertido.
6. Por último coge los dos palos de madera y golpea el papel grueso o el plástico pegado en la caja y… ¡ya tienes tu propio tambor!


Consejos:

* Según lo grande que sea la caja de galletas, el sonido será uno u otro, depende de la cantidad de aire que tenga en su interior.
* No sólo valen las cajas de galletas, también puedes utilizar latas de conservas u otros envases similares.


Edad: A partir de 9 años (a partior del segundo ciclo primaria)

jueves, 8 de abril de 2010

CREACIÓN DE INSTRUMENTOS


¡Qué tambor tan bonito!". "Sí, lo he hecho yo"
Una flauta hecha con un trozo de caña, un xilófono construido con vasos llenos de agua o un tambor de cartón. Con instrumentos de elaboración casera tan sencillos como éstos los niños pasarán horas jugando y haciendo música. Y además habrán aprendido a construirlos con sus propias manos y los valorará mucho más que un juguete regalado. Compartir esta actividad contigo es importante.Cómo hacer sencillos instrumentos caseros es lo que explicaré durante las próximas entradas.


[info obtenida: http://www.solohijos.com/musica/html/creacion/maracas.php]

CANCIONES

Las canciones de María Elena Walsh se han vuelto ya clásicas dentro de la escuela, desde el nivel inicial en adelante. La autora publicó su primer libro de poesías y cuentos para chicos en 1960, musicalizando ella misma mucha de su producción. Una cantidad de estas canciones se han convertido en “folklóricas” al pasar a la tradición oral. El humor, junto al absurdo y la parodia, y la brevedad de las mismas favoreció también su inserción en el repertorio escolar.






[información obtenida de http://www.educared.org.ar/enfoco/ppce/temas/01_musica/recorrido.asp#marchas]

LA MÚSICA EN LA ESCUELA


En las escuelas aprendemos, en más de una oportunidad, a ver el mundo desde una sola perspectiva. La selección curricular, para bien o para mal, tamiza nuestras experiencias y nos conduce a una apreciación del mundo particular. Apreciarlo de manera diversa, entender su complejidad y orientar el análisis desde múltiples propuestas nos ayuda a vivir de manera enriquecida y actuar de modo inteligente en este mundo que nos rodea.

Las múltiples perspectivas en el currículo

En este espacio nos proponemos analizar de manera crítica, la existencia de esa forma unilateral de entender el mundo, las disciplinas y su enseñanza que muchas veces aprendemos en las escuelas, para alentar la utilización de diferentes maneras de comprender.

Podemos reconocer, entonces, tratamientos de temas y miradas disciplinares que alientan un solo enfoque, a veces unilaterales, a veces, por su misma unilateralidad, erróneos o esquemáticos. También reconocemos críticamente que, en más de una oportunidad, por ejemplo, en los espacios dedicados a la enseñanza de la historia, por una parte, el estudio de los héroes de la patria orienta a los estudiantes a una apreciación histórica signada por la valorización de sus vidas en el sentido de la ejemplaridad y por otra, se describen los enfrentamientos y luchas entre los pueblos alejándose de los análisis económicos o sociales que le otorgarían sentido a esos mismos enfrentamientos. El tratamiento de la matemática, más allá del conocimiento de las operaciones básicas, al plantear problemas diseña una matemática de ficción que reproduce pseudo problemas cada vez que los estudiantes se ven compelidos a tratar con caramelos que se reparten en partes iguales. En las experiencias estéticas de las escuelas raramente se conduce a la apreciación. Los estudiantes pintan, cantan, pero sus mentes no son educadas para la apreciación de obras pictóricas o musicales.

Pretendemos ocuparnos aquí del sentido de incorporar esas apreciaciones musicales, entendiendo que, desde la óptica curricular, estas propuestas permitirían alentar maneras diferentes de conocimiento trabajando desde la óptica del múltiple perspectivismo y del conocimiento enriquecido. Se trata de aprender a ver el mundo desde una perspectiva estética como una más de las perspectivas y, también, de diseñar de una manera diferente la educación musical.


Las emociones y el conocimiento

Las experiencias estéticas, como escuchar una obra musical, ver un cuadro, una obra arquitectónica o una pieza de teatro, nos pueden emocionar o conmover. ¿Cómo valoramos estas experiencias estéticas? Cuando surge en nosotros la apreciación, el placer de contemplarlas o escucharlas de tal modo que podemos repetir esa experiencia cientos de veces sin cansarnos, podemos reconocer que se estimula la imaginación, se genera la capacidad de traducir las cualidades de la experiencia a una forma hablada o escrita.

“Las artes plantean a los estudiantes el reto de hablar de lo que han visto, le ofrecen oportunidades, licencias y estímulo para que usen el lenguaje sin someterse a las limitaciones de la descripción literal. Esta libertad les permite liberar sus emociones y su imaginación” (Eisner, El arte y la creación de la mente, 2004, pág. 119)

Las artes, como con cualquier propuesta curricular, permiten reconocer si hemos podido enseñarles a los estudiantes el deseo de seguir aprendiendo. El objetivo de la educación es activar el interés con la suficiente fuerza como para que los estudiantes quieran seguir aprendiendo, disfrutando o emocionándose. En síntesis, los programas de educación artística logran, al crear imágenes sensibles e imaginativas, favorecer la percepción de cualidades que permiten su descripción de manera inteligente, la mayoría de las veces utilizando metáforas y licencias poéticas, estimulando el deseo de seguir aprendiendo y de seguir emocionándose. Sin embargo, no es privativo de las artes reconocer que los estudiantes encuentran el goce por aprender. Se nos hace más fácil distinguirlas en este campo pero para nosotros, docentes, debiera ser la manera en la que reconocemos si hemos logrado despertar en nuestros estudiantes el placer o la necesidad de conocer.


Las artes y el enriquecimiento en las disciplinas

Juegos de niños, Pieter Bruegel "El Viejo", 1560, Kunsthistorisches Museum de Viena
Probablemente, si pretendemos enseñar con toda su complejidad alguna obra estética, ya sea un cuadro o una obra musical, señalaremos características de la vida del creador, el tiempo y el espacio en que se inscribe la obra, su impacto o simplemente la relación con otras obras y autores del mismo período y su trascendencia en el tiempo. Esta configuración del contexto de la obra permite encontrar su significado o relevancia enriqueciendo la experiencia estética, concebida como la apreciación de la obra.

Más de una vez las y los docentes suelen decir: “Para la enseñanza de la música, en la escuela hay un profesor que se ocupa de ella. Yo siempre fui desafinado…” Independientemente de los estereotipos que se crearon y que nos instalaron en un lugar que nos dejó inhabilitados para siempre en las clases de música, hoy reconocemos que el lugar de la inteligencia musical no es necesariamente el productivo: cantar o interpretar un instrumento. Otras son las actividades que conducen a cultivar la apreciación estética musical y ninguna de ellas va en desmedro de la formación que provee el aprendizaje de un instrumento o la iniciación en el estudio de la música o el canto. Tanto unas como otras, pueden ser llevadas adelante por los maestros que se han formado y especializado en el campo de la música.

En las aulas, muchas son las oportunidades que favorecen la apreciación musical y que pueden estar a cargo de los y las docentes no especializados en la formación musical. En las clases de historia, al estudiar un período determinado, es significativo reconocer aquello que se creaba o escuchaba. En las clases de geografía la música de las regiones estudiadas nos permite entender y apreciar las diferentes culturas. En una obra musical pueden reconocerse repeticiones y una estructura que posibilita una interpretación matemática. La relación de la obra musical con la geografía, historia o matemática crea un espacio de apreciación único que permite trascender las disciplinas y entender de manera más genuina los problemas del conocimiento. Las relaciones entre disciplinas que se pueden llevar a cabo en las clases, aunque no permitan tratamientos interdisciplinares, favorecen una comprensión más compleja e interesante de los temas tratados. Por otra parte, el estudio de las biografías de los grandes compositores, pintores, escultores y arquitectos, hombres y mujeres del arte, nos permite, en más de una oportunidad, entender las visicitudes de los creadores, los contextos en los que su obra se creó, el impacto que tuvo la obra en su época, la significación como producción o como ruptura entre producciones contemporáneas. Las biografías nos permiten con frecuencia el desarrollo de clases con profunda significación moral.

Las relaciones entre contenidos y disciplinas del currículo cuando incorporan experiencias estéticas, incluyen las emociones, el placer de la escucha o la contemplación que, a su vez, liberan la imaginación creativa. Los docentes especializados en música o plástica, pueden diseñar estos espacios pero es en las clases cotidianas de los maestros y maestras donde el impacto de estas apreciaciones cobra nueva vitalidad. Si en casa escuchamos música: ¿por qué no en el aula, en momentos planificados para ello? Quizás sean oportunos los momentos en que los estudiantes dibujan o pintan, pero también intercalados como verdaderos espacios apreciativos cuando enseñamos un momento histórico, un lugar del planeta, una sociedad o una cultura y, también cuando simple y sencillamente, elegimos una bella obra que nos sensibiliza y queremos desplegar en nuestros estudiantes esa sensibilidad. Es posible que podamos asociar la música a un estado de ánimo, a un lugar o a un momento y que podamos enseñar a partir de la relación que establecemos entre la música y el contenido.


Una experiencia singular
Daniel Barenboim unió dos mundos en conflicto y enseñó a partir de la música que los hombres y mujeres de todos los tiempos pueden encontrar un escenario de paz y convivencia. Desde hace varios años reúne a jóvenes músicos en un taller llamado el West Eastern Divan. El taller se implementó ya en Chicago, en Weimar y en Sevilla. Reúne a jóvenes cristianos, árabes y judíos en torno a la música. Se trata de la conformación de una orquesta de ochenta jóvenes que sueñan con la pacificación del Medio Oriente. Los músicos proceden de todos los países árabes en conflicto y también de Israel. El proyecto cuenta con una carta fundacional elaborada por Barenboim y el intelectual palestino Edward Said en la que se sostiene:

“Trascender la dimensión puramente musical para erigirse en foro de diálogo y reflexión en torno del problema palestino – israelí, dando cabida a las inquietudes y reflexiones de nuevas generaciones de artistas llamados a participar de manera activa en el futuro político y cultural de los pueblos”.

El relato de esta experiencia ayuda a los estudiantes a entender y debatir el sentido de la vida y la búsqueda de la humanidad por un mundo que contenga, que comprenda que las diferencias nos unen más que nos separan porque son ellas las que permiten encontrar la esencia de la condición humana, los rasgos particulares, las apreciaciones diferentes, el respeto por el otro y el poder aprender de él.

Edith Litwin

jueves, 11 de marzo de 2010

No te dejes engañar

Esta es la historia real de los músicos de verdad. Y no la de los vividores que quieren vivir sin hacer un concierto en directo.

Queridos Rosario Flores, Tamara, Alejandro Sanz, David Demaría, Antonio Carmona, Chenoa, Ramoncín... y un largo etcétera de autodenominados "músicos" vividores:
Lo que llamáis vosotros "piratería" y que se corresponde más bien a una especie de "contrabando de música", se da cuando una o varias personas se lucra personalmente, sin pagar derechos de autor ni impuestos, valiéndose del trabajo de otros. Las personas que descargamos música de internet para escucharla en nuestro ordenador, en nuestro iPod o en nuestro coche no somos piratas, ni contrabandistas de nada. No nos lucramos con vuestro trabajo, aunque no paguemos la media de 18-21 euros que cuestan vuestros CDs con 10-13 canciones (salvo en recopilatorios). Lo que sí hacemos desde hace tiempo es pagar una de las conexiones de banda ancha más caras que hay en territorio occidental y el canon por cada CD virgen que compramos, lo usemos para grabar música o no.
Y ahora os voy a contar la vida de un músico de los de verdad:
"Érase una vez un chico llamado Pablo. El papá de Pablo era tenor profesional en un coro profesional, de modo que nació en un ambiente muy musical. A los cinco años empezó a estudiar solfeo con su padre. Como el papá de Pablo vio que tenía maña con el solfeo, lo matriculó en el Conservatorio Profesional de Música a los siete años. El instrumento que eligió Pablo fue el piano.
La carrera de piano, desde el grado elemental hasta la finalización del grado superior, dura una media de quince años. Quince años de compaginar la educación primaria y posteriormente la secundaria con las clases en el conservatorio. Quince años de salir de un centro de estudios para meterse en otro. Quince años de terminar de hacer los deberes y estudiar para los exámenes a medianoche. Quince años de acostumbrarse a dormir seis horas. Quince años de tocar el piano de dos a tres horas cada día. Quince años de tener que renunciar a salidas a la discoteca, excursiones al campo o noches de parranda por tener el doble de responsabilidades que un chaval normal. Quince años de muchos fines de semana en casa preparándose las obras, estudiándose las partituras. Quince años de trabajo intenso, entrega, compromiso, dedicación y sacrificio. Con todo eso, Pablo obtuvo el graduado superior de piano a los veintitrés años. Ya había estado dando recitales en escuelas, talleres de piano, casas culturales de pueblos de su región, etc. Los periódicos locales hablaban maravillas de su virtuosismo. Y comenzaron a pagarle por sus clases en los cursos de verano y por sus conciertos de música en auditorios un poco más importantes. Y reunió el dinero suficiente para irse al Real Conservatorio de la Haya durante un año a estudiar con los mejores. Porque en este desgraciado país es lo que tiene que hacer un músico de los de verdad si quiere dedicarse a la música de la de verdad: salir fuera a buscar a los mejores. Volvió a los veintiocho años, después de un año yendo de masterclass en masterclass. Y gracias a su tesón y su talento, obtuvo contratos para actuar por Europa. Tardó otro año más en comenzar a dar conciertos en las grandes salas de música de Alemania, Francia, Italia... Y a los treinta años actuó por primera vez en Estados Unidos y Canadá. Su esfuerzo constante, su trabajo diario, su formación, su entrega, su amor por la música, le llevó a ser uno de los más grandes. Y vivió de su piano durante toda su vida porque se tomó cada concierto de la misma manera que el primer recital que dio a los veinte años frente a su conservatorio."

Los Pablos que hay por el mundo, y son muchos, se indignan cuando salís vosotros reclamando dinero por la música como algo vuestro. Los Pablos no se manifiestan con pancartas si no para reclamar fondos para sus conservatorios, becas para sus estudios, para que no sea necesario abandonar su país, su familia y amigos para poder granjearse un futuro profesional digno. Los Pablos que terminan viviendo de la música les importa un carajo si el CD en el que grabaron el Concierto nº 1 de Tchaikovsky cuesta en las tiendas un 50% menos de lo que vale la el último disco de El Canto del Loco. Porque esos Pablos no viven de las ventas de los discos en donde graban las grandes obras de la historia de la música, de la música de la de verdad. Esos Pablos viven de los conciertos con que deleitan a los aficionados que pagan una entrada para sentirlos en directo.
Asó que menos quejarse y más currarse los directos. Mirad como no está entre vosotros Manolo García. Ni Fito. Ni los que en verdad se toman la música en serio.


Como profesor pienso que es absolutamente cierto que el "Pablo" de la historia es uno que pudo vivir de la música entre los 100.000 que tienen la carrera de piano, violín, chelo, etc. y que no se ganan la vida con ella. Simplemente han hecho ese esfuerzo porque les gustaba aún a sabiendas de que nunca triunfarían en el mundo musical. Como la autora del texto.